ELLA NO AGUANTABA MÁS

Una mañana de noviembre, ella se despertó como cada día entre gritos, aunque ese día no sería igual. Nada más incorporarse, notó una mano en su cara que la tiró al suelo. Entonces, la figura de su marido despareció y a continuación despertó. Esta vez, de verdad, entre gritos y como en el sueño, y llena de rabia comenzó a gritar y denunció esa situación tan amarga.

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