Era un 25 de noviembre cuando la mujer volvió a casa, tras la manifestación contra la violencia de género. Nada más abrir la puerta algo húmedo impactó contra su pecho, y así cayó rendida sobre el frío suelo de la noche. Al mismo tiempo el que alguna vez fue un apasionado marido apretó el gatillo sin piedad.
Al alba se oían las sirenas de la policía, pero ya era tarde el “presunto” marido se había escapado.
La lucha por el cambio debe ser compartida por hombres y mujeres. Ni una más.
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